miércoles, 18 de octubre de 2023

 


Muchacho con un perro (Murillo)


Certamen Carmen Martín Gaite “Villa de Lumbrales”2019

Primer premio

 

Nunca sabrás sumar lo que te odio

 

… Y me llevo dos, no, me llevo tres ¿dónde he puesto la goma? Me la ha cogido Sánchez, seguro, porque estaba aquí… Pan con Nocilla, eso espero, si no, mamá, te las cargas, que a ella no le das bocatas de chorizo, no, a la nena, galletitas de esas blancas. ¡Qué hambre! ¡Jolines! si no me acordaba de que hoy viene la abuela, siete y cinco, trece, ¿trece?, no, doce y me llevo una ¿Será burro Gómez? ¿Para qué se tapa? Ni que le fuera a copiar… ¡Jope, la abuela!, a ver qué me traerá, que con el rollo de que tengo que crecer siempre me trae un bocata de pollo rebozado ¡Puaj! y luego se me hace “bola” y tengo que escupirla y ¡Hala! “Qué niño más cochino” y ella ¿qué? siempre sacándose y poniéndose los dientes esos y por la noche los mete en un vaso que parecen la raspa de un pescado en una pecera… ¡Qué bien! Hoy echan “Los payasos” tuturututú un circo… Igual a mamá se le ha olvidado el castigo y no le ha dicho nada a la abuela, con la memoria de mosquito que tiene. Levanto la mano y me voy al lavabo, así hago tiempo, ¡Jope, mira qué listo el Cardona!, ya se me ha colado… Bueno, las multiplicaciones ya están, ¡Epa! que faltaba un problema: “Si tienes cuarenta ciruelas…”, ¡Qué asco las ciruelas, que parecen ojos podridos de dragones! ¡Qué grandes son! y peligrosos, bueno los que comían hierba no, pero grandes eran igual... Y das tres a tu hermana…  después de lo de ayer no le doy ni tres ni una, la mimada de la casa ¡Qué pesados todos! Con que cuides a la hermanita, que es más pequeña, más pequeña ni más pequeña, pues que hubiera nacido antes, no te digo. Y la tonta venga a llorar, siempre con los llantos, que parece de mantequilla ¡Ahí va! el lápiz otra vez al suelo… que la tocas así con el dedo y ya está que parece que llegan los bomberos ni nu… ni nu… con los gritos que da… Tres a tu hermana y cinco a tu primo y tú te comes dos, pues las vomito, ji, ji, ¡Uy!, la seño no me quita ojo, parece el gato del tío Tomás que te mira así, fijo como una lechuza, que te cagas de miedo… Un perro, eso sí que mola. Un perro de esos con mucho pelo… Canelo, no, Niebla como el de Heidi, y mi hermana, ni tocarlo, ¿no es pequeña? Pero para zamparse las ruedas de mi coche no es pequeña, no, que vaya la que armó ayer, así que al perro, ni tocarlo, que igual también se lo come, la muy bruta. Sería mío y vendría al cole a buscarme, se iba a enterar Santacruz, siempre chuleando de su loro que dice su nombre: “Santacruz, Santacruz…” ¿Cuántas ciruelas te quedan? Bueno, igual le dice “Juanito, Juanito…” porque no lo llamará por el apellido, digo yo… A lo mejor mamá ya ha vuelto del hospital, que no sé el miedo que le entró porque la nena se puso roja como una manzana de esas de las ferias, que brillaba y todo y venga a echar babas, que parecía un caracol ¡Uf, qué asco! Y luego el marrano soy yo, “¿No te dije que vigilaras a tu hermana? ¿No te dije que vigilaras a tu hermana?” Y yo que me he quedado sin el coche ¿qué? que era mío, bien mío, que me lo regaló la tita Pilar por mi santo. Una ladrona es mi hermanita, y luego encima la culpa yo, que tendría que tener veinte ojos como un pulpo ¿o no? esos lo que tienen son brazos llenos de ventosas, que para atarla también servirían… “Que vigiles a tu hermana” y la muy burra ladrona no tuvo bastante con robarme el coche que se tuvo que tragar las ruedas con los hierrecillos y todo, y luego mamá venga a hipar, que parecía que se iba para dentro del cuerpo ¡Ay, Dios! ¡Ay, Dios! gritando cómo una folklórica de esas que salen por la tele, y yo castigado, sin cenar y sin tele, y en mi habitación, que no pude ver ni cuando llegó la ambulancia. “Carlos, a tu cuarto”, que desde que está la mocosa esa ya nadie me llama Carlitos, el mayor, el mayor… Hala, solo castigos y regañinas sin parar, y ella, allí, sonriendo como una bruja en su trona y comiéndose las ruedas de mis coches ¿Cuántas ciruelas eran…? Ya me he descontado otra vez… Si es que hasta desde el hospital me fastidia la mocosa esa…

María Jesús

 

 

martes, 10 de octubre de 2023

 



Sabiduría popular

 

Hubo una vez un lugar en el que vivió una mona que se vistió de seda y se convirtió en princesa. Se casó con un oso barbilampiño que, era muy hermoso, y adoptaron una cabra que montó un chiringuito en la playa.

Al chiringuito acudían: galgos de probada casta y cola corta, gatos que por la noche eran blancos, perros que comían longanizas, cuervos bien criados que ni se acercaron a un ojo, ovejas sin pareja, un cerdo que se llamaba Martín y comía margaritas, asnos que degustaban miel y caballos que, aún y ser regalados, iban enseñando el dentado.

Por aquella playa, con cuya arena jamás se levantó un castillo, acertó a pasar un hombre que se encontró una piedra y tropezó con ella, no una ni dos, sino un millón de veces al día.

 

María Jesús