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Muchacho con un perro (Murillo) |
Certamen
Carmen Martín Gaite “Villa de Lumbrales”2019
Primer
premio
Nunca sabrás sumar lo que te odio
… Y me llevo dos, no, me llevo tres ¿dónde he puesto la
goma? Me la ha cogido Sánchez, seguro, porque estaba aquí… Pan con Nocilla, eso
espero, si no, mamá, te las cargas, que a ella no le das bocatas de chorizo,
no, a la nena, galletitas de esas blancas. ¡Qué hambre! ¡Jolines! si no me
acordaba de que hoy viene la abuela, siete y cinco, trece, ¿trece?, no, doce y
me llevo una ¿Será burro Gómez? ¿Para qué se tapa? Ni que le fuera a copiar…
¡Jope, la abuela!, a ver qué me traerá, que con el rollo de que tengo que
crecer siempre me trae un bocata de pollo rebozado ¡Puaj! y luego se me hace
“bola” y tengo que escupirla y ¡Hala! “Qué niño más cochino” y ella ¿qué?
siempre sacándose y poniéndose los dientes esos y por la noche los mete en un
vaso que parecen la raspa de un pescado en una pecera… ¡Qué bien! Hoy echan
“Los payasos” tuturututú un circo… Igual a mamá se le ha olvidado el castigo y
no le ha dicho nada a la abuela, con la memoria de mosquito que tiene. Levanto
la mano y me voy al lavabo, así hago tiempo, ¡Jope, mira qué listo el Cardona!,
ya se me ha colado… Bueno, las multiplicaciones ya están, ¡Epa! que faltaba un
problema: “Si tienes cuarenta ciruelas…”, ¡Qué asco las ciruelas, que parecen ojos
podridos de dragones! ¡Qué grandes son! y peligrosos, bueno los que comían
hierba no, pero grandes eran igual... Y das tres a tu hermana… después de lo de ayer no le doy ni tres ni
una, la mimada de la casa ¡Qué pesados todos! Con que cuides a la hermanita,
que es más pequeña, más pequeña ni más pequeña, pues que hubiera nacido antes,
no te digo. Y la tonta venga a llorar, siempre con los llantos, que parece de
mantequilla ¡Ahí va! el lápiz otra vez al suelo… que la tocas así con el dedo y
ya está que parece que llegan los bomberos ni nu… ni nu… con los gritos que da…
Tres a tu hermana y cinco a tu primo y tú te comes dos, pues las vomito, ji,
ji, ¡Uy!, la seño no me quita ojo, parece el gato del tío Tomás que te mira
así, fijo como una lechuza, que te cagas de miedo… Un perro, eso sí que mola.
Un perro de esos con mucho pelo… Canelo, no, Niebla como el de Heidi, y mi
hermana, ni tocarlo, ¿no es pequeña? Pero para zamparse las ruedas de mi coche
no es pequeña, no, que vaya la que armó ayer, así que al perro, ni tocarlo, que
igual también se lo come, la muy bruta. Sería mío y vendría al cole a buscarme,
se iba a enterar Santacruz, siempre chuleando de su loro que dice su nombre:
“Santacruz, Santacruz…” ¿Cuántas ciruelas te quedan? Bueno, igual le dice
“Juanito, Juanito…” porque no lo llamará por el apellido, digo yo… A lo mejor
mamá ya ha vuelto del hospital, que no sé el miedo que le entró porque la nena
se puso roja como una manzana de esas de las ferias, que brillaba y todo y
venga a echar babas, que parecía un caracol ¡Uf, qué asco! Y luego el marrano
soy yo, “¿No te dije que vigilaras a tu hermana? ¿No te dije que vigilaras a tu
hermana?” Y yo que me he quedado sin el coche ¿qué? que era mío, bien mío, que
me lo regaló la tita Pilar por mi santo. Una ladrona es mi hermanita, y luego
encima la culpa yo, que tendría que tener veinte ojos como un pulpo ¿o no? esos
lo que tienen son brazos llenos de ventosas, que para atarla también servirían…
“Que vigiles a tu hermana” y la muy burra ladrona no tuvo bastante con robarme
el coche que se tuvo que tragar las ruedas con los hierrecillos y todo, y luego
mamá venga a hipar, que parecía que se iba para dentro del cuerpo ¡Ay, Dios!
¡Ay, Dios! gritando cómo una folklórica de esas que salen por la tele, y yo
castigado, sin cenar y sin tele, y en mi habitación, que no pude ver ni cuando
llegó la ambulancia. “Carlos, a tu cuarto”, que desde que está la mocosa esa ya
nadie me llama Carlitos, el mayor, el mayor… Hala, solo castigos y regañinas
sin parar, y ella, allí, sonriendo como una bruja en su trona y comiéndose las
ruedas de mis coches ¿Cuántas ciruelas eran…? Ya me he descontado otra vez… Si
es que hasta desde el hospital me fastidia la mocosa esa…
María Jesús