La
familia Vitalín
Pintura de José Roldán,
1832
En aquella familia todos morían al cumplir los
45 años. Se lo tomaban bien, algo irreparable, una herencia de los genes, como
la falta de inteligencia, el color de los ojos o el ejercicio de un oficio.
«Gajes de estar vivos y de ser uno de la familia Vitalín», decían con cierto
orgullo. Cuando se acercaba la fecha se preparaban; dejaban sus papeles listos
y se despedían con cariño y resignación de sus seres queridos.
Por eso fue una sorpresa,
tirando a desgracia, cuando la tía Salvadora murió con 42; A nadie se le
ocurrió pensar que su madre, la abuela Paca, mujer de alma libre y de temperamento apasionado, no fue todo lo fiel esperado, a su esposo, el abuelo Antonio.
Así, la familia, igual que
habían asumido el hecho de su muerte a los 45, ahora asumieron con valentía
aquel velo de inseguridad que se cernió sobre sus vidas, y que ya no les dejó
ni morirse en paz.
María Jesús