15
agosto
El tren no salía hasta las once, pero mi
familia, con Sirius a la cabeza, estaba en pie desde las cinco de la mañana.
Desayunos, duchas, bocadillos para llevar en el viaje, y mil arrumacos para las
gatas y Nico. Barbie, que le debe de haber explicado a Gilda en qué consiste
esto de las vacaciones, se lo toma con la calma de la experiencia; Gilda que.
ya digo, es de natural tranquilo, nos observaba hacer, aposentada delante de
los cuencos de la comida, a modo de recordatorio, no fuera a ser que se nos
olvidara llenárselos. Leo ha intentado colar a Nico en dos bolsos y dos maletas
alternativamente. Le hemos explicado que él estará mejor aquí con su madre y
Barbie, que se nos podría perder y que, además, en el hotel solo aceptan perros
y personas, aunque quizá no en este orden. El pequeño, casi con lágrimas en los
ojos, ha dicho que era una pena que no lo pudiéramos llevar a ver mundo. No sé
de dónde ha sacado la expresión. Se la habrá escuchado a su tía Maite o a la
yaya Manuela. Por un momento, me han preocupado un poco sus expectativas de las
vacaciones, nuestro destino está a poco más de 100 kilómetros de casa…
Hemos llegado al hotel a la hora convenida y
nos hemos distribuido en las habitaciones. Nosotros en una; los niños en la de
al lado. Compartimos baño, por lo que estamos como en casa.
Hemos dedicado la tarde a deshacer maletas,
básicamente una servidora, ubicarnos en el lugar y pasear por el pueblo. Ha
habido también un chapuzón colectivo en la piscina del hotel.
Duda que me reconcome desde hace años: ¿por qué
las adolescentes y los hombres, al menos los que son padres, nunca encuentran
nada en las maletas o, incluso, fuera de ellas?
Diario de una mujer del extrarradio, Pérez
Barrios, María Jesús Edit. Círculo Rojo, 2024.
De venta en: Amazon, El Corte inglés, FNAC, La
Casa del libro…
María Jesús