Los
tímidos
Julio y Ana eran vecinos. Uno vivía en la
puerta A y otra en la B. Como eran dos personas muy tímidas, cuando se
encontraban en la portería o el ascensor, bajaban las miradas y apenas se
dirigían un saludo rápido, vacilante y cabizbajo: «Buenos días, buenas noches»,
poco más.
Cuando ocurrió la gran
explosión, la galaxia se desmoronó, y el mundo quedó vacío, solo sobrevivieron
ellos dos: Julio y Ana, cada uno en su piso.
Ahora, cuando se cruzan en la
escalera (el ascensor ya no funciona) se siguen saludando: «Buenos días, buenas
noches». Mantienen las miradas bajas y la voz vacilante, aunque quizá, ahora, no
se apresuran tanto como antes.
María Jesús