viernes, 21 de octubre de 2022

 



Tarde de domingo

 

No estás ni siquiera en lunes, pero ya se ha ido el domingo.

Cada cual cubre esas horas cómo puede.

La maestra, desganada, corrige rutinarios ejercicios.

El alumno los perpetra en última convocatoria.

El adolescente, en solitario, rasguea una tonada en cualquier lugar del mundo.

El que trabaja en la calle se sumerge en el último partido deportivo que le pasan por la tele.

El que trabaja en casa acaba la colada infinita, y piensa en la cena inminente.

La niña se oculta en el cuento o el juguete para no recordar la escuela del día siguiente.

La actriz da la última función de la semana y suspira, cansada, al caer el telón.

El basurero se viste para salir a la rutina oscura y maloliente de la noche.

Los jóvenes preparan maquillaje, maletín y sonrisa para ir a comerse el mundo nuevamente, escondiendo miedos y rutinas en el vientre.

La prostituta barata busca un cliente que le llene la barriga y le vacíe, un poco más, los sueños.

El drogadicto decide por enésima vez que este atardecer será su última dosis de luz.

El suicida recoge todas las velas de su voluntad para llegar al lunes.

El enfermo espera alargar, al menos hasta el martes, esa baja salvavidas de náufrago en el mar de los empleos fracasados.

Y mi gato…mi gato calla y dormita, y ni tan solo sabe que se está yendo el domingo y, que ni siquiera es lunes todavía.

María Jesús

 

 

 

miércoles, 12 de octubre de 2022

 



Complejos

 

Es extraño, hoy todavía no nos hemos cruzado. La verdad es que me da igual, bueno igual no, mejor. No me gusta cómo me mira, siempre igual, no por encima del hombro porque yo soy más alta, pero sí con ese aire de superioridad. Ahora, que sí cree que voy a bajar la mirada está listo...

    Ya ni sé cuánto tiempo hace que nos encontramos por este paseo, siempre a las mismas horas. Él con el rubio ese que le acompaña, el fortachón, que camina unos pasos por detrás y, que va siempre hojeando el diario ¡qué maleducado! Al menos, María y yo vamos siempre acompasadas y en un discreto silencio.

    Me da rabia cuando echa hacia atrás la melena rojiza y mira hacia los lados a ver si alguien se fija en él. Es un presuntuoso, un chulo barato.

   Se creerá que, porque es atlético y tiene esos enormes ojos almendrados de color miel, nos trae a todas de cabeza. Claro que hay algunas... por ejemplo: la menudita aquella de los rizos, siempre que lo ve se pone como tonta, y anda que sabe disimular; el otro día sin ir más lejos casi empieza a perseguirlo, suerte que su amiga, que ya se la ve más sensata, le dijo cuatro cosas y la detuvo. ¡Qué poco orgullo, por Dios! con especímenes así no me extraña que se lo tenga creído.

    Ahí viene, me haré la despistada. Yo como si no lo viera. A fin de cuentas, las calles están llenas de melenas rojizas y de ojos marrones.

    Ya está, ya ha torcido por la otra calle. Pero hoy, hoy me ha mirado a los ojos. Creo que le gusto, mi instinto no suele fallar. Esperaré a ver si mañana se decide y me dice algo, porque le gusto, eso, seguro.

    Y bien mirado, es normal que le atraiga. Yo no estoy nada mal, aunque me sobren algunos kilos y me haga falta ir ya a la peluquería a que me corten estos pelos. Lo que me pasa es que con tanto anuncio de sílfides y tanta mala leche que se gastan algunos y algunas, mi autoestima anda por los suelos.

    Venga, Luna, valor. Porque, bien mirado: ¿qué tiene un setter irlandés, por muy musculoso que sea, que no tenga una dulce San Bernardo algo metidita en carnes?

María Jesús

 

 

 

 

sábado, 1 de octubre de 2022

 


 

Tarde

 

Tarde sonrosada,

delicadamente echada,

suspira sostenida

por las primerizas sombras

El cielo se va cubriendo,

pausadamente de estrellas,

y un aroma de violetas

viene cabalgando el aire,

En la hoja de una acacia

se marchita, presurosa,

la última luz del día

La brisa borra perfiles,

y una montaña azulada

se desvanece en silencio

María Jesús