jueves, 30 de mayo de 2024

 




Energía renovable

 

Muchos años después, en la era de la energía eólica, cuando el valeroso caballero volvió a enfrentarse a los perversos molinos de viento, le sorprendió sobremanera la escualidez de estos.

―¡Vive Dios!, mi buen Sancho —exclamó— que estos gigantes malandrines se han quedado en puro aire.

—Mire vuesa merced, que los tiempos cambian —meneó la cabeza el escudero—. La lozanía y hermosas lorzas por las que antaño se suspiraba, ahora se han tornado antiguas, y se gastan más las siluetas refinadas como aquestas —explicó Sancho con paciencia.

—Así será, amigo Sancho —convino el caballero—. En verdad, las gorduras y los untos nunca hicieron bien a nadie —afirmó reflexivo, más luego, aguzando la vista, exclamó—: pero, ¡Por todas las barbas de cuántos caballeros en el mundo han sido! Diría que estos flacos desalmados, entre mudanza y demora, andan mancados de un brazo.

Y, viendo lo desigual de la lucha, optó por retirarse.

 

María Jesús

 

lunes, 20 de mayo de 2024

 




Haikús del tren

 

Tarde de marzo

en el andén espera

la primavera

 

Metal y nubes

bajo la tarde blanca

van caminando

 

El tren en marcha

sentada y sin billete

va la esperanza

 

Fin de trayecto

la máquina bosteza

suspira el aire

 

María Jesús

 

sábado, 11 de mayo de 2024

 




Como siempre

 

Aquel primero de enero, como siempre, colgó su calendario en una pared de la cocina, junto al salero de cerámica que le trajeron los hijos de Aranjuez y el trapo de cocina amarillo que tenía una taza de café bordada en un extremo.

El calendario quedó suspendido sobre la pequeña mesa auxiliar de madera clara, a la luz alargada del fluorescente del techo.

Ojeó, como siempre, en qué día caerían aquel año las fiestas señaladas y que litografía correspondía a cada mes.  Solía arrancar, el último día del mes, la página correspondiente y mirar con cierta ternura al mes recién nacido.

Sonrió al ver que aquel año su cumpleaños, el 12 de mayo, presidido por una hermosa puesta de sol marina, caería en domingo, buscó un bolígrafo rojo, y lo señaló con una cruz; luego, para borrar una arruga del papel, pasó la mano por la página.

¿Cómo saber aquel primero de enero, que nunca llegaría a arrancar aquella hoja? 

 María Jesús