jueves, 30 de mayo de 2024

 




Energía renovable

 

Muchos años después, en la era de la energía eólica, cuando el valeroso caballero volvió a enfrentarse a los perversos molinos de viento, le sorprendió sobremanera la escualidez de estos.

―¡Vive Dios!, mi buen Sancho —exclamó— que estos gigantes malandrines se han quedado en puro aire.

—Mire vuesa merced, que los tiempos cambian —meneó la cabeza el escudero—. La lozanía y hermosas lorzas por las que antaño se suspiraba, ahora se han tornado antiguas, y se gastan más las siluetas refinadas como aquestas —explicó Sancho con paciencia.

—Así será, amigo Sancho —convino el caballero—. En verdad, las gorduras y los untos nunca hicieron bien a nadie —afirmó reflexivo, más luego, aguzando la vista, exclamó—: pero, ¡Por todas las barbas de cuántos caballeros en el mundo han sido! Diría que estos flacos desalmados, entre mudanza y demora, andan mancados de un brazo.

Y, viendo lo desigual de la lucha, optó por retirarse.

 

María Jesús

 

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