sábado, 30 de noviembre de 2024

 



Diario de una mujer del extrarradio

(fragmento)

 

6 enero

No sé bien cómo se empiezan estas cosas, pero yo lo haré por el nombre. Mi nombre, heredado de mis abuelas por partida doble, es María Isabel, aunque con esa manía tan nuestra de alargar los nombres cortos y acortar los largos, todos me llaman Isa. Hoy comienzo a escribir este diario, básicamente por dos motivos:

Primero: porque me lo ha regalado mi cuñada, y yo soy persona de aprovechar las cosas.

Segundo: porque mi amiga Bea, la soltera, mi hija mayor: Sandra, y algún psicólogo de los de la tele me han dicho, ―bueno, el psicólogo no me lo ha dicho personalmente, pero yo me he dado por aludida―, que escribir en él relaja mucho, y hace que relativicemos cuando se ha tenido un mal día o incluso un día normal.

Así que allá voy.

Hoy, festividad de los santos y mágicos Reyes, hemos tenido la última reunión familiar del buen rollo navideño. Se adivina que esta vez ha tocado en casa: padres, suegra, abuela, hermanos, cuñada, sobrinos, hijos y, catatónico marido, alrededor del dulce nido navideño de los Hernán-Cestillo. En total catorce almas con sus cuerpos y todo. Faltaba mi cuñada Maite, hermana de mi marido, que andaba de viaje, la pobrecilla (no sé si entre letras se puede leer el sarcasmo) ¡Ah!, me olvidaba de escribir que al sarao también asistió Sirius, el perro de casa ―mil leches en un cuerpo―, y Barbie, la gata.

Una pensaría que teniendo tres hijos, Sandra de 14, Martí de 10 y el pequeño Leo de 6, en cuestión de mañanas de Reyes para mí todo está inventado, pero no es así. No me dejan de sorprender siempre las caritas anhelantes de los niños (y esposo), ante los regalos desordenadamente puestos bajo el árbol. Aunque ahora el único que desconoce el secreto sea el pequeño, —y quizá Sirius, que no se entera mucho—, los demás no le van a la zaga a estos a la hora de las exclamaciones y de rasgar ruidosamente los papeles de regalo.

(…)

María Jesús

miércoles, 20 de noviembre de 2024

 




Alas

Seleccionada en Microrrelatos SUR IV Premio Pablo Aranda: textos del 31 de agosto

 

Dicen que está loca, pero yo no lo creo.

A la hora del recreo siempre explica que al nacer no es una palmada en el trasero lo que nos dan, sino que nos cortan unas pequeñas alas que tenemos en la espalda. «¿Quién iba a llorar tan fuerte solo por dos cachetillas de nada?», nos pregunta desafiante.

Y yo no digo nada, y coreo las risas de las otras, intentando acallar el runrún de las dos pequeñas cicatrices casi invisibles que, debajo de mis omoplatos, se rebelan y escuecen una vez más.

 

María Jesús

 

 

 

lunes, 11 de noviembre de 2024

 




A veces, como ayer tarde

 

A veces, como ayer tarde,

la primavera renace

en pleno mes de noviembre

tiñe de color la estancia

el ocre se vuelve verde,

se hace encarnado el castaño

y el crepúsculo violeta

se convierte en azulado

A veces, como ayer tarde,

la primavera renace ...

¡Y echa flor el corazón!

María Jesús