viernes, 30 de mayo de 2025

 




El botín

 

Era la primera vez que lo hacía. Llegó jadeando, bañado en sudor y se encerró en la destartalada habitación; con manos trémulas abrió el monedero negro. Recordó como la inocente señora le había sonreído amablemente, cuando en un brusco balanceo del autobús él se agarró a su brazo.

    Rebuscó en su interior: unas monedas, una estampa de san Dimas, dos horquillas y un paquetito cuidadosamente envuelto en papel de seda de color naranja, lleno de esperanza lo desenvolvió rápidamente: «tiene toda la pinta de ser alguna joya, una medalla, tal vez un anillo...»

    La esperanza se convirtió primero en asombro y después en una carcajada resignada.

    Se encaminó a la vieja cocina. Una mujer, con delantal de cuadros y cabellos grises recogidos en un moño, zurcía unos calcetines sentada en una silla. Levantó la mirada y le sonrío con dulzura:

    ―Hola, hijo, ¿quieres un vaso de leche?

    El joven le devolvió la sonrisa.

    ―Toma, abuela, que hoy vamos a merendar a lo fino ―le dijo alargándole dos sobrecitos de té.

 

María Jesús

 

 

 

 

martes, 20 de mayo de 2025

 





Creceré

 

Creceré

como pábilo de vela

como la humilde violeta

como el arrogante pino

Creceré

como nube de verano

como la luz de una hoguera

como la sombra de un niño

Creceré

hasta llegar a tu alma

y alcanzar tu corazón

 

María Jesús


sábado, 10 de mayo de 2025

 





La combinación

Fotografía Jaykumar B.

 

Sé que no debiera. Sé que es mi hijo, sangre de mi sangre, o eso decía mi mujer, pero de un tiempo acá, le estoy cogiendo una manía… No para de molestarme. Siempre lo tengo pegado a mí, sin orden ni respeto a mis horarios ni a los de mis compañeros, y aquí ya tenemos todos bastante con lo que tenemos.

A veces, intenta tocar mi rostro, o me roza, sin ninguna delicadeza, al tuntún como si dijéramos.

En ocasiones me llama en voz baja como si me susurrara; otras, es aún peor, y lo hace con gritos y lamentos. Me está buscando la ruina, y aunque llevo aquí poco tiempo, empiezo a notar miradas de reojo y cuchicheos a mis espaldas. Está minando mi seguridad, mi incipiente popularidad, y no deja que me adapte al medio, ni que haga amigos.

Es un plasta, lo fue toda su vida, o la mía. Siempre pidiendo, exigiendo y mandando. Pensaba que ahora ya estaría a salvo de sus demandas y caprichos, pero no, él, erre que erre. Pesado como un grano en el culo, el tío.

Ahora la cosa ha empeorado porque parece que, como solo no puede, ha decidido contratar a alguien para conseguir sus propósitos y, de tanto en tanto, se pasean los dos por aquí como Pedro por su casa, sin dar bola, claro, pero insistiendo e insistiendo, arriba y abajo con los cirios en la mano ―que un día tendremos una desgracia― y con una peste a sahumerio e inciensos, que nos dejan esto más irrespirable que un templo budista en el día de su santo patrón. En los últimos días, han llegado hasta mis oídos más de una y de dos toses —educadas, pero con retintín— de algunos de los residentes.

 Y todo porque cuando me fui no le dije cuál era la contraseña de la caja fuerte.

Pues mira, ¿sabes qué? ¡Te jodes! Estrújate la cabeza y ve probando combinaciones, que con eso te distraes, que ni muerto me dejas descansar en paz, pelmazo.

                                                                                                    María Jesús

 

 


jueves, 1 de mayo de 2025

 





A veces tu recuerdo pasa

 

A veces tu recuerdo pasa

como un soplo de aire puro

y, levemente, acaricia

las hojas que reposan

en mi mesa

Un soplo, como una bala

que partiera de tus labios

a mi alma

y la dejara malherida y temblorosa

igual que gota de lluvia

que silenciosa cayera

desde la copa del árbol

hasta la tierra reseca

María Jesús