Es Navidad
Elevar la
vista al cielo y contemplar —por sorpresa— el parpadeo fugaz de una estrella.
Caminar bajo un atardecer granate con paquetes en las manos y un
villancico en los labios.
Cruzar la mirada —cómplice— y compartir la sonrisa al tropezar en la
calle con algún desconocido.
Observar un revuelo de niños inquietos que miran tras los cristales con
la yema de los dedos.
Olor a caldo, a chocolate y turrón que pasa del paladar a la mente y se
aloja —para siempre— en la alacena del alma.
Acomodar las ausencias y apuntalar el dolor que producen los recuerdos.
Buscar con el corazón a la niña que hemos sido y que ahí sigue,
escondida, soterrada por las capas de la vida y las vivencias.
El olor a musgo fresco y eucalipto, a piña, zambomba y peladillas.
La certeza de saber que «Nosotros nos iremos y no volveremos más».
Y, que la Navidad quedará.
María Jesús

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