miércoles, 19 de noviembre de 2025

 




13 octubre

He empezado con el italiano. Las clases son los viernes de 17 a 18 en una academia de medio pelo que está a un par de manzanas de casa. Me apunté a ese horario aprovechando que es también el que tienen los niños en el gimnasio.

Creo que he hecho bien en matricularme los viernes. Primero: porque así, si mandan deberes, que va a ser que sí, tengo el fin de semana para hacerlos y, segundo: porque tendré dos días para recuperarme de las clases.

Nuestro profesor, un hombre en la sesentena avanzada, bajito y risueño, responde al nombre de Placido Calmata; o sea, como me ha chivado el compañero de pupitre: Plácido, el calmado, o algo así, pero de eso no tiene nada. Es más bien una simbiosis entre ardilla y lagartija, que no para quieto ni un segundo. Se ha pasado la hora arriba y abajo de la clase que, por cierto, es poco mayor que una jaula generosa. (Tengo que reflexionar, cuando tenga tiempo, sobre mi karma pendiente con los espacios pequeños, especialmente a nivel de aulas)

El hombre, sería para ir más ligero, ha venido vestido con un chándal y unas deportivas; aparte de caminar soltando parrafadas en italiano, de vez en cuando señalaba con el dedo a algún alumno ―seremos unos quince— y preguntaba algo, en su idioma, claro. Sabrá Dios lo que habremos contestado la mayoría, porque él cada vez estaba más risueño y nosotros más nerviosos. Esto sí que es vivir al límite de nuestros conocimientos, que todos parecíamos conejos hiperactivos, a excepción de mi compañero de pupitre, que es el típico que se matricula en iniciación de lo que sea, cuando el muy mentiroso, ya tiene un máster en la materia.

Creo que el signore Placido Calmato, nos va a dar unas clases muy, pero que muy animadas. En todos los aspectos.

Y ahora, solo se me ocurre dejar constancia escrita del poco acierto que tienen algunos padres al elegir los nombres de sus hijos; porque hoy ya no doy para más.

Diario de una mujer del extrarradio. Pérez Barrios, María Jesús, Edit. Círculo Rojo, 2024.

De venta en Amazon, Libros. CC, Buscalibre, El Corte inglés, FNAC, La Casa del libro…

María Jesús

 

 

martes, 11 de noviembre de 2025

 




Hogar

 

«Ya estoy en casa», dijo con voz cansada, y cerró la puerta de golpe, dejando fuera al viento helado que iba tras ella. Vació el par de bolsas de plástico que traía y se preparó la cena: un buen bocadillo de atún, una naranja y un vino tinto, de ese que entonaba el cuerpo y achicaba penas.

Luego, la mujer se arrebujó en su toquilla y se adormiló viendo pasar a la gente que, apresurada, apenas si reparaba en la vieja que dormitaba dentro del cajero del banco.

 

María Jesús

 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

 




Realismo

Seleccionada y publicada en "Diario Sur" 2025

Publicada en el libro “Todavía seguían allí”

Pintura: “Marina”, Guillermo Gómez Gil

 

Mi padre es un artista y, como además de artista es desconocido, nadie le compra un cuadro. Por eso tenemos la casa llena de ellos. Los hay pequeños, medianos y, uno de tamaño gigantesco, que cuelga de una pared del comedor, que es la habitación más grande de la casa.

Todas las pinturas que pinta mi padre son marinas de estilo realista. Lo suyo es el realismo puro y duro, según lo define el vecino de abajo cada vez que sube a quejarse de las goteras de su comedor.

 

María Jesús

 

lunes, 20 de octubre de 2025

 




Otoño

 

Algunos días de otoño,

entre las cuatro y las cinco

el sol, la tarde y la fuente

se citan en la plaza vieja

A veces, viene también,

amable, amarillo y dulce,

el susurro de las hojas

y luego toman un té

que tiene un color añejo

y sabe a melancolía

 

María Jesús

 

 

viernes, 10 de octubre de 2025

 





Los tímidos

 

Julio y Ana eran vecinos. Uno vivía en la puerta A y otra en la B. Como eran dos personas muy tímidas, cuando se encontraban en la portería o el ascensor, bajaban las miradas y apenas se dirigían un saludo rápido, vacilante y cabizbajo: «Buenos días, buenas noches», poco más.

Cuando ocurrió la gran explosión, la galaxia se desmoronó, y el mundo quedó vacío, solo sobrevivieron ellos dos: Julio y Ana, cada uno en su piso.

Ahora, cuando se cruzan en la escalera (el ascensor ya no funciona) se siguen saludando: «Buenos días, buenas noches». Mantienen las miradas bajas y la voz vacilante, aunque quizá, ahora, no se apresuran tanto como antes.

 

María Jesús

 

 

martes, 30 de septiembre de 2025

 




15 septiembre

Heme aquí, que dirían los clásicos, observando, en la soledad de la noche. Son las ocho y media, pero noche es; observando digo, un montón de bolígrafos de colores, dos libretitas con purpurina y un tintero con su pluma y todo, que ni siquiera sé utilizar. Todo ello ordenadamente colocado sobre mi tocador―escritorio. No es lo único nuevo hoy en casa.

Esta tarde he bajado al bazar chino de la esquina a por un exprimidor de plástico y un pegamento. He cometido el error de llevar conmigo a Jordi y a los niños; Sandra estaba con una amiga repasando inglés en su habitación. Canciones en inglés, para ser exactos, a juzgar por los sonidos que salían del cuarto.

El caso es que hemos vuelto cargados con tres bolsas que contenían: unas acuarelas, lápices y unos cromos, no sé de qué, para Martí; una peonza, un cuento, un coche de plástico para Leo; unos calcetines, una revista de aeromodelismo, ―materia de la que nadie en la familia sabe nada― y una licorera para Jordi; unas diademas del pelo y unos guantes para Sandra; diversos juguetes de goma para los animales y un cuenco nuevo para Sirius; unas medias y unas zapatillas para mí; y una jabonera, con su jabón y todo, para el lavabo, amén de estos artículos de escritorio o así, que ahora observo alucinada.

Estoy segura de que esos bazares sacan al ave depredador que todos llevamos dentro. Planeamos sobre los objetos, aquí y allá, cogiendo cosas que nos llaman la atención y que ni siquiera sabemos para qué sirven y, la mayoría de las cuales, jamás usaremos.

Y, ahora que lo pienso, me he olvidado del exprimidor y el pegamento.

 

María Jesús

 

 

 

domingo, 21 de septiembre de 2025

 




Mercancías 

La luz leve

 del ocaso cae

sobre las hojas

—medio dormidas―

de un árbol

 y aparecen en el suelo,

juegos de luces

y sombras,

 mercancías reflejadas,

que, calladamente, van

de una en una,

ocupando las aceras

 

María Jesús