Receta
de invierno
Tomaremos un par de pedazos de nieve, bien
blanca, y embadurnaremos con ella el azul del cielo y el aire transparente, de
enero o febrero a poder ser, seguidamente verteremos los restos sobre la tierra
y las plantas y esperaremos que se sequen. Cuando hayan tomado un tono de ocre
requemado, procederemos a servirlas bien frías bajo unas buenas botas de piel.
Si se quiere se pueden acompañar de una bufanda de lana tejida a mano, lo
suficientemente larga, y de unos guantes a juego. Es opcional también, respirar
profundamente el aroma gris de alguna chimenea, alimentada previamente con
gruesos troncos de algún chopo o castaño.
Y, a refugiarse en un buen
invierno.
María Jesús
Aunque el invierno no es lo mío, tendré muy en cuenta esta fabulosa receta para el próximo. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Toda tuya! seguro que la mejoras. Besos
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