El
divino pirata
El informático se cruzó de brazos. Veríamos
cómo se las arreglarían ahora aquellos estúpidos. Él, en su infinita sabiduría,
cargada de experiencia, calculaba que aquel virus iba a traer cola para años.
El informático se mesó la
barba blanca y larga, parpadeó su gran ojo dentro del triángulo dorado, después
alargó un níveo dedo, el índice derecho, y apretó la tecla.
El virus, viajando a la
velocidad de la luz, llegó a la tierra.
María Jesús
Un micro muy profundo, un abrazo veraniego querida amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Otro abrazo fresquito para ti, querida Maribel
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