sábado, 29 de marzo de 2025

 




De la invención de los cuentos

 

Al anochecer se reunían todos alrededor de la hoguera, dentro de la cueva de piedra gris, decorada con pinturas de caza y animales. Una mujer, que era vieja y arrugada, valiéndose de señas y muecas, con una voz, sarmentosa y profunda, explicaba historias. Cuentos, mentiras que una vez fueron verdad.

Sus palabras, sin idioma, llegaban a cada miembro de su tribu e, igual que las pequeñas chispas que saltaban de la lumbre, iluminaban las mentes de aquellos que la escuchaban sin perder ni uno solo de sus movimientos. Sonido, gesto y mueca se iban deshaciendo entre el espacio y el tiempo.

Aquellos seres lo ignoraban, pero algunas de aquellas imágenes, alguno de aquellos sonidos, germinaban en un incierto lugar, entre su corazón y su cabeza, como semillas invisibles destinadas a dar luz a la humanidad.

María Jesús

 

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