Hogar
«Ya estoy en casa», dijo con voz cansada, y
cerró la puerta de golpe, dejando fuera al viento helado que iba tras ella.
Vació el par de bolsas de plástico que traía y se preparó la cena: un buen
bocadillo de atún, una naranja y un vino tinto, de ese que entonaba el cuerpo y
achicaba penas.
Luego, la mujer se arrebujó en
su toquilla y se adormiló viendo pasar a la gente que, apresurada, apenas si
reparaba en la vieja que dormitaba dentro del cajero del banco.
María Jesús

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