Discretamente
Discretamente rebusco,
por el
encarnado forro,
de ese
viejo monedero,
—pasado
de moda y sin cierre—
Lo
vuelco sobre el tapete
y en
silencio van cayendo:
una
brizna —ya reseca—
de
alegría,
un destello
leve,
que
algún día fue sonrisa,
una
pizca —caducada—
de
ternura,
un
suspiro añejo y,
dos versos olvidados,
que me
prestó,
—ni sé
cuándo— la esperanza
María Jesús
Precioso poema sacas mucho de un monedero. Un abrazo de letras amiga.
ResponderEliminarMuchas gracias. Los monederos y los bolsos guardan vidas enteras. Un abrazo grande.
ResponderEliminar