Seleccionado en el
Certamen Javier Tomeo.
Publicado en «Cultura y
compromiso», abril 2019
Responsabilidad
No soy una persona con suerte.
Es más, diría que la diosa Fortuna pasa de mí como de la mierda. Estoy
convencida de que a mi costa se debe de dar más de un atracón de risa.
No tuvo bastante con salvarme de la súpermega explosión de
todos los «ones» habidos y por haber, y dejarme aquí como el último ser vivo de
todas las galaxias —porque con la que se lio, dudo que ni de la estrella más
lejana quede un átomo en el firmamento—, que, encima, la única compañía que
tiene a bien cederme a perpetuidad es este armatoste de caoba. Este empalagoso
y aburrido saco de jadeos, que no para ni un instante, y que desemboca, con
irritante puntualidad, en tozudos pistoletazos huecos.
¿Para qué narices, me pregunto una y otra vez hasta hacerme
sangre en las neuronas, me puede servir a mí, último habitante del universo,
este asqueroso reloj de pared suizo que marca con tal precisión las horas, los
minutos y los segundos?
Y lo peor, es que no pueda dejar que se ahogue en su
silencio, consciente de que sus latidos son ahora, únicamente responsabilidad
mía, le doy cuerda cada tres días.
María Jesús
Me gusta mucho tu relato , le das vida al reloj. Abrazos amiga
ResponderEliminarMuchas gracias, Maribel. Es que la soledad es muy mala... a veces. Abrazos fuertes
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