Como una daga dorada
Como
una daga dorada
el sol
—amarillo
y tibio―
atraviesa
sin piedad
el
centro del corazón
de la
hoja del jardín.
Un
cómplice
—soplo
de aire―
hace
desaparecer el cuerpo
y
borra
—gotas
de sombra—
que se
quedaron prendidas
sobre
la tierra callada
María
Jesús
Como dulcificas el calor veraniego, felicidades querida amiga. Un abrazo grande
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga. Ojalá lo pudiera rebajar también unos grados. Uff. Besos grandes
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