jueves, 21 de marzo de 2024

 




Aquel verano

 

Aquel fue un verano global e igualitario que no respetó latitudes ni hemisferios. Cuentan que se alcanzaron los 70 grados en diversos puntos del planeta, y que en ninguno de aquellos noventa días bajaron los termómetros de 50 grados en la sombra.

La gente se atrincheró en sus casas, medio encueros, con bidones de agua —los que la tenían— al lado, pegados al escaso frío de las piedras o los azulejos, y echando mano de toda clase de artilugios para rebajar aquel calor, que según dicen, se podía cortar en gruesas y crujientes rebanadas.

Las personas dejaron de asistir a sus puestos de trabajo por riesgo a exponer sus vidas y morir deshechos en el intento de lograrlo.

Pronto las calles de las ciudades y los campos estuvieron llenas de cadáveres de toda clase de pájaros: palomas, gorriones, abubillas, golondrinas… que caían de sus nidos con el pico abierto y las alas cerradas. Por las noches, cuando la temperatura bajaba unos grados, un esforzado equipo de voluntarios salían en bañador a recogerlos y enterrarlos.

Cuentan que el aire de aquel verano olía a flores muertas, árboles resecos y sudor humano. El sol tomó la tierra y la estrujó entre sus rayos.

También dicen que, por una vez todos los países del mundo se unieron perezosamente en el acto de no hacer nada, más que vivir e intentar dejar pasar las horas buscando el fresco de las piedras y, el alivio de las conversaciones ligeras.

No fue un buen verano, eso cuentan siempre los que lo vivieron, pero, aunque hubo muertes naturales, al parecer, durante esos cálidos noventa días, no se declaró ni una sola guerra o reyerta en todo el planeta, no hubo un solo robo, asesinato o acto violento entre la población.

El calor amansó, por fin, a las fieras.

 

María Jesús

 

2 comentarios:

  1. Me gusta la metáfora de ese exagerado verano y el final feliz. Un abrazo grande querida María Jesús

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    1. Muchas gracias. Me alegro de que te guste🤗 Otro abrazo para ti

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