Preferencias
En casa éramos muchos. Demasiados. Mamá, entre
colada y puchero, siempre decía que no se acostumbraba a compartir tan poco
espacio entre tantos.
Hacía años, el abuelo se había
enfadado con mis padres, especialmente con mamá, y los había echado de casa.
«Una casa, explicaba mamá, inmensa y colorida, llena de árboles, plantas
agradecidas y animales obedientes, no como estos, se quejaba observando a su
alrededor». «En aquel lugar todo estaba al alcance de la mano, solo tenías que
desear algo para tenerlo en el momento», suspiraba. Pero el abuelo era un
tirano cascarrabias y consentido y, por una rebeldía de juventud, se había
puesto hecho un basilisco y había expulsado de aquel paraíso a mis padres.
A mamá no le caía bien el
abuelo. A papá no sé, porque nunca decía nada, él solo trabajaba y sudaba. Mamá
también sudaba y trabajaba, pero se quejaba.
Al nacer nosotros, los
primogénitos, ambos del mismo parto, el abuelo, que en teoría no veíamos, pero
que siempre estaba rondando por casa, ojo avizor, tomó partido por mi hermano.
Cuando pasaron los años y llegamos a la edad adulta a él le regaló un hermoso
rebaño de cabras y ovejas y a mí un paquete de semillas de tomates, y ahí te
las compongas.
Mi madre se quejó de la
injusticia, mi padre no dijo nada y mi hermano corrió a sacrificar un
corderillo en honor del abuelo, que ni siquiera comía carne, bueno, ni nada,
pero esa es otra historia.
Todo aquello me enfureció,
pero callé y me fui a plantar mis semillas. Con el correr de los años, mi
hermano, en su carrera de peloteo máximo al abuelo, fue sacrificando a
diferentes criaturas del rebaño, ante las quejas de mamá, el silencio de papá y
la sonrisa omnipresente del abuelo.
No sé si esto será un
atenuante, pero un día en que las llamas del altar donde sacrificaba a sus
animalillos, alcanzó una parte de mi sembrado y dio al traste con mis matas de
tomates, se me hinchó la vena del cuello, tomé mi hacha y maté a mi hermano,
ese asesino en serie de ovejas y cabras.
Lo demás es historia
—sagrada—.
María Jesús
Muy interesante como manejas la vida con la historia sagrada. Un fuerte abrazo amiga querida
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro de que te parezca interesante. Otro abrazo para ti, querida amiga
Eliminar