miércoles, 10 de diciembre de 2025

 






En paro

 

…Tampoco hoy ha habido suerte con la entrevista, y lo que más me joroba es que luego Juan sacará al psicólogo freudiano que lleva dentro, y me dirá que en el fondo no quiero trabajar o, peor aún, con ese tonillo de autosuficiencia que se le pone mientras ve las tertulias de la tele, afirmará que no me sé vender… por cierto, hablando de ventas, antes de subir que no me olvide pasar por el súper a comprar cereales para las gemelas, que ya no quedan, y de paso traeré huevos, leche y algo de fruta. Pero primero iré a la tintorería a recoger el traje de Juan que ya hace dos días que espera. También tendría que haber pasado por el banco, pero como por las tardes no abren… A ver cómo le ha ido a Marina el examen de lengua, lo llevaba bien, pero nunca se sabe; creo que mañana tiene el de historia, luego le paso la lección, mientras pongo la lavadora y preparo la cena. Los recados del banco mañana sin falta, cuando vuelva de llevar a mi padre del ambulatorio.

En fin, el miércoles que viene tengo la otra entrevista, a ver si con esa hay más suerte. Esto de estar sin hacer nada acabará conmigo…

 

María Jesús

 

 

 


domingo, 30 de noviembre de 2025

 




Sol de mediodía

Jardins d’Emma

 

Sol de mediodía

que acaricia el parque

la luz se derrama

sobre el banco verde

Sol de mediodía

crepitar de alas

sobre las palmeras

Sol de mediodía

los viejos los miran

y los niños juegan

Sol de mediodía

postreras miradas

conviven en paz

con las risas nuevas

María Jesús

 


miércoles, 19 de noviembre de 2025

 




13 octubre

He empezado con el italiano. Las clases son los viernes de 17 a 18 en una academia de medio pelo que está a un par de manzanas de casa. Me apunté a ese horario aprovechando que es también el que tienen los niños en el gimnasio.

Creo que he hecho bien en matricularme los viernes. Primero: porque así, si mandan deberes, que va a ser que sí, tengo el fin de semana para hacerlos y, segundo: porque tendré dos días para recuperarme de las clases.

Nuestro profesor, un hombre en la sesentena avanzada, bajito y risueño, responde al nombre de Placido Calmata; o sea, como me ha chivado el compañero de pupitre: Plácido, el calmado, o algo así, pero de eso no tiene nada. Es más bien una simbiosis entre ardilla y lagartija, que no para quieto ni un segundo. Se ha pasado la hora arriba y abajo de la clase que, por cierto, es poco mayor que una jaula generosa. (Tengo que reflexionar, cuando tenga tiempo, sobre mi karma pendiente con los espacios pequeños, especialmente a nivel de aulas)

El hombre, sería para ir más ligero, ha venido vestido con un chándal y unas deportivas; aparte de caminar soltando parrafadas en italiano, de vez en cuando señalaba con el dedo a algún alumno ―seremos unos quince— y preguntaba algo, en su idioma, claro. Sabrá Dios lo que habremos contestado la mayoría, porque él cada vez estaba más risueño y nosotros más nerviosos. Esto sí que es vivir al límite de nuestros conocimientos, que todos parecíamos conejos hiperactivos, a excepción de mi compañero de pupitre, que es el típico que se matricula en iniciación de lo que sea, cuando el muy mentiroso, ya tiene un máster en la materia.

Creo que el signore Placido Calmato, nos va a dar unas clases muy, pero que muy animadas. En todos los aspectos.

Y ahora, solo se me ocurre dejar constancia escrita del poco acierto que tienen algunos padres al elegir los nombres de sus hijos; porque hoy ya no doy para más.

Diario de una mujer del extrarradio. Pérez Barrios, María Jesús, Edit. Círculo Rojo, 2024.

De venta en Amazon, Libros. CC, Buscalibre, El Corte inglés, FNAC, La Casa del libro…

María Jesús

 

 

martes, 11 de noviembre de 2025

 




Hogar

 

«Ya estoy en casa», dijo con voz cansada, y cerró la puerta de golpe, dejando fuera al viento helado que iba tras ella. Vació el par de bolsas de plástico que traía y se preparó la cena: un buen bocadillo de atún, una naranja y un vino tinto, de ese que entonaba el cuerpo y achicaba penas.

Luego, la mujer se arrebujó en su toquilla y se adormiló viendo pasar a la gente que, apresurada, apenas si reparaba en la vieja que dormitaba dentro del cajero del banco.

 

María Jesús

 

 

viernes, 31 de octubre de 2025

 




Realismo

Seleccionada y publicada en "Diario Sur" 2025

Publicada en el libro “Todavía seguían allí”

Pintura: “Marina”, Guillermo Gómez Gil

 

Mi padre es un artista y, como además de artista es desconocido, nadie le compra un cuadro. Por eso tenemos la casa llena de ellos. Los hay pequeños, medianos y, uno de tamaño gigantesco, que cuelga de una pared del comedor, que es la habitación más grande de la casa.

Todas las pinturas que pinta mi padre son marinas de estilo realista. Lo suyo es el realismo puro y duro, según lo define el vecino de abajo cada vez que sube a quejarse de las goteras de su comedor.

 

María Jesús

 

lunes, 20 de octubre de 2025

 




Otoño

 

Algunos días de otoño,

entre las cuatro y las cinco

el sol, la tarde y la fuente

se citan en la plaza vieja

A veces, viene también,

amable, amarillo y dulce,

el susurro de las hojas

y luego toman un té

que tiene un color añejo

y sabe a melancolía

 

María Jesús

 

 

viernes, 10 de octubre de 2025

 





Los tímidos

 

Julio y Ana eran vecinos. Uno vivía en la puerta A y otra en la B. Como eran dos personas muy tímidas, cuando se encontraban en la portería o el ascensor, bajaban las miradas y apenas se dirigían un saludo rápido, vacilante y cabizbajo: «Buenos días, buenas noches», poco más.

Cuando ocurrió la gran explosión, la galaxia se desmoronó, y el mundo quedó vacío, solo sobrevivieron ellos dos: Julio y Ana, cada uno en su piso.

Ahora, cuando se cruzan en la escalera (el ascensor ya no funciona) se siguen saludando: «Buenos días, buenas noches». Mantienen las miradas bajas y la voz vacilante, aunque quizá, ahora, no se apresuran tanto como antes.

 

María Jesús

 

 

martes, 30 de septiembre de 2025

 




15 septiembre

Heme aquí, que dirían los clásicos, observando, en la soledad de la noche. Son las ocho y media, pero noche es; observando digo, un montón de bolígrafos de colores, dos libretitas con purpurina y un tintero con su pluma y todo, que ni siquiera sé utilizar. Todo ello ordenadamente colocado sobre mi tocador―escritorio. No es lo único nuevo hoy en casa.

Esta tarde he bajado al bazar chino de la esquina a por un exprimidor de plástico y un pegamento. He cometido el error de llevar conmigo a Jordi y a los niños; Sandra estaba con una amiga repasando inglés en su habitación. Canciones en inglés, para ser exactos, a juzgar por los sonidos que salían del cuarto.

El caso es que hemos vuelto cargados con tres bolsas que contenían: unas acuarelas, lápices y unos cromos, no sé de qué, para Martí; una peonza, un cuento, un coche de plástico para Leo; unos calcetines, una revista de aeromodelismo, ―materia de la que nadie en la familia sabe nada― y una licorera para Jordi; unas diademas del pelo y unos guantes para Sandra; diversos juguetes de goma para los animales y un cuenco nuevo para Sirius; unas medias y unas zapatillas para mí; y una jabonera, con su jabón y todo, para el lavabo, amén de estos artículos de escritorio o así, que ahora observo alucinada.

Estoy segura de que esos bazares sacan al ave depredador que todos llevamos dentro. Planeamos sobre los objetos, aquí y allá, cogiendo cosas que nos llaman la atención y que ni siquiera sabemos para qué sirven y, la mayoría de las cuales, jamás usaremos.

Y, ahora que lo pienso, me he olvidado del exprimidor y el pegamento.

 

María Jesús

 

 

 

domingo, 21 de septiembre de 2025

 




Mercancías 

La luz leve

 del ocaso cae

sobre las hojas

—medio dormidas―

de un árbol

 y aparecen en el suelo,

juegos de luces

y sombras,

 mercancías reflejadas,

que, calladamente, van

de una en una,

ocupando las aceras

 

María Jesús

 

jueves, 11 de septiembre de 2025

 




La selección

 

―¿Hay muchos? ―preguntó González entreabriendo ligeramente la puerta del despacho.

Sánchez se sacó el palillo de la boca y se encogió de hombros.

―Bastantes, ya lo ves ―respondió Guzmán, el delegado sindical, frotándose las manos.

―Mal iría que entre tanto ganado no hubiera alguno capacitado para el puesto ―comentó socarrón Julián, el más viejo de todos.

―¡Este promete! ―exclamó López golpeando, con un índice curtido, robusto y decidido, uno de los papeles que había sobre la mesa.

―Canta ―ordenó, más que pidió, Guzmán.

López se aclaró ruidosamente la garganta como si fuera a hablar en un mitin, de aquellos sin megáfono.

―Borja Alejandro de la Escollera y Mendoza de Rial ―empezó―. Licenciado en Empresariales, Derecho, Comercio internacional…etc. Por diferentes universidades…

―¿Privadas? ―preguntó Sánchez.

―Todas ellas, compañero ―afirmó el lector antes de proseguir alegremente con su lectura―. Poseedor de una… ―contó con los dedos― veintena de másteres de los que cuestan tres riñones y dejas uno a deber.

Hubo un coro de risillas cómplices.

—¿Qué más nos ofrece, el galán? —preguntó Julián.

—Dos imputaciones por corrupción y fraude, más una por soborno; investigado por diversas cuentas en Andorra y Suiza, dos divorcios, tres niños…

—Su vida privada nos la trae al pairo, López —interrumpió Modesto, el secretario del comité, que hasta entonces no había abierto la boca.

―Yo… es por añadir pedigrí ―se justificó el hombre—. Los niños estudian en tres colegios distintos, de esos que necesitas la recomendación de san Pedro para entrar. Religiosos, carísimos y podridos…―hizo una mueca antes de proseguir―. También posee terrenos y fincas a nombre de otros propietarios, y está bajo investigación policial por no cumplir las ordenanzas de salubridad y riesgos laborales en todas y cada una de sus empresas.

―Este promete —afirmó Modesto frotándose las manos—. Buen currículum.

—Cierto, difícil encontrarlo mejor —Guzmán asintió.

—Creo, compañeros, que ya tenemos nuevo director gerente. Este hará subir la empresa, fijo ―profetizó Julián.

―Con su historial… ya te digo —afirmó González sonriente.

―A ver si al menos nos dura unos meses, que esta gentuza en cuanto arrambla con los cuartos, desaparece y, si te he visto, no me acuerdo ―se quejó Sánchez que llevaba mal aquellas entrevistas.

—Están los tiempos muy malos, Sánchez, no pidamos demasiado —dijo Modesto con resignación.

Y los compañeros, satisfechos de su labor, antes de volver a sus puestos de trabajo, se dispusieron a contratar al que sería su nuevo jefe.

María Jesús

 

 

 

 

martes, 2 de septiembre de 2025

 




La begonia azul

Seleccionada y publicada en el XIII Certamen Manuel J. Pelaez

 

Cuando ella me dejó, se olvidó en casa una pequeña planta: una begonia de flores azuladas.

Yo la riego con esmero y vigilo cada día su tierra, sus flores y los retoños que le van naciendo. No me olvido de su ración de fertilizante mensual; tampoco de rociarla, de vez en cuando, con un poco de insecticida para que no hagan nido en ella los gusanos.

Está hermosa, crece sana.

Ni siquiera las quemaduras de los cigarrillos con las que, metódica y dulcemente, abraso sus hojas una vez por semana, hacen que la pequeña begonia palidezca.

 

María Jesús

 

 

 

martes, 19 de agosto de 2025

 




Estos recuerdos

 

Estos recuerdos

—luces y sombras—

de viejas mañanas

Estos recuerdos

—melodías lejanas—

de antiguas historias

Estos recuerdos

-gotas de un aroma añejo-

que me perfuman el alma

María Jesús

 

 

domingo, 10 de agosto de 2025

 


                                                       Imagen de Karolina Graboswka

                                                  

Receta para contemplar un manzano

 

Tomamos unas buenas y sanas raíces, de las del tipo retorcido y profundo, y las envolvemos con papel de tierra bañada en agua y musgo; seguidamente elegimos un lozano tronco, que sea fácil de manejar y le practicamos diversos cortes de arriba abajo, poniendo buen cuidado en que estos sean superficiales y no dañen el interior. Los dejamos que sequen al aire y que vayan tomando forma. Cuando estén en su punto tomamos el tronco y lo espolvoreamos con agua de canela, poniendo un chorrito de resina añeja para que le dé más sabor. Dejamos en reposo, tapado con unas gotas gordas de lluvia, y procedemos a pintarlo con un pincel amplio y rugoso. Aunque el color suele ser amarronado, puede variar su tonalidad, más rojizo o más ocre, en función de la resina y la canela que le hayamos echado. Al mismo tiempo iremos colocando las ramas, que previamente habremos cocido con un caldo de polen y unas rodajas de petricor, y las iremos uniendo al tronco, con suavidad, pero con firmeza, si fuera necesario las ajustaríamos con algunos golpes ligeros de almirez. Es un trabajo que requiere paciencia y cierta maña, pero el resultado lo merece; cuantas más pongamos más frondoso sabrá después nuestro plato; al tiempo que las vamos añadiendo, debemos intentar expurgarla, con meticulosidad, de serpientes o gusanos, que suelen hacer nido en este tipo de alimentos y estropearnos el guiso.

Seguidamente lo ponemos todo al baño María, maceramos las hojas durante unas horas, para que adquieran esa tonalidad verde inconfundible y, posteriormente las amasamos dándole la forma que más nos guste: puntiagudas, abombadas, alargadas… y dejamos secar al aire puro; finalmente, enganchamos con aguja e hilo, de color invisible, a las ramas.

Podemos, si nos apetece, añadir más hojas para que el plato salga más sustancioso.

Como punto final, adornaremos el pie del árbol. Sazonaremos alrededor de este con bastante hierba menuda, mezclando diferentes tonalidades.

El colofón será colgar de las ramas —a modo de pendientes— muchas manzanas de colores: rojas, amarilla o verdes…  y después las rociamos con aroma ácido o dulce, según gustos y colores.

Ocasionalmente podemos añadir, bien cobijados entre ramas, algún nido de gorriones o de jilgueros que siempre darán una nota de alegría al plato.

Una vez hayamos acabado de decorarlo, tomamos asiento, a una cierta distancia, y nos dejamos llevar por la apetitosa visión del manzano, o bien nos recostamos en su tronco y disfrutamos de una buena y sabrosa sombra.

 

María Jesús

viernes, 1 de agosto de 2025

 




Autor de la fotografía: Tomek


15 agosto

El tren no salía hasta las once, pero mi familia, con Sirius a la cabeza, estaba en pie desde las cinco de la mañana. Desayunos, duchas, bocadillos para llevar en el viaje, y mil arrumacos para las gatas y Nico. Barbie, que le debe de haber explicado a Gilda en qué consiste esto de las vacaciones, se lo toma con la calma de la experiencia; Gilda que. ya digo, es de natural tranquilo, nos observaba hacer, aposentada delante de los cuencos de la comida, a modo de recordatorio, no fuera a ser que se nos olvidara llenárselos. Leo ha intentado colar a Nico en dos bolsos y dos maletas alternativamente. Le hemos explicado que él estará mejor aquí con su madre y Barbie, que se nos podría perder y que, además, en el hotel solo aceptan perros y personas, aunque quizá no en este orden. El pequeño, casi con lágrimas en los ojos, ha dicho que era una pena que no lo pudiéramos llevar a ver mundo. No sé de dónde ha sacado la expresión. Se la habrá escuchado a su tía Maite o a la yaya Manuela. Por un momento, me han preocupado un poco sus expectativas de las vacaciones, nuestro destino está a poco más de 100 kilómetros de casa…

Hemos llegado al hotel a la hora convenida y nos hemos distribuido en las habitaciones. Nosotros en una; los niños en la de al lado. Compartimos baño, por lo que estamos como en casa.

Hemos dedicado la tarde a deshacer maletas, básicamente una servidora, ubicarnos en el lugar y pasear por el pueblo. Ha habido también un chapuzón colectivo en la piscina del hotel.

Duda que me reconcome desde hace años: ¿por qué las adolescentes y los hombres, al menos los que son padres, nunca encuentran nada en las maletas o, incluso, fuera de ellas?

Diario de una mujer del extrarradio, Pérez Barrios, María Jesús Edit. Círculo Rojo, 2024.

De venta en: Amazon, El Corte inglés, FNAC, La Casa del libro…

María Jesús

 


lunes, 21 de julio de 2025

 


 




Mariposas de letras

 

Mariposas de letras

violetas, rosadas, negras

se posan sobre el dorso blanco

de mi alma abierta

Cierro los ojos despacio

para que salga la luz

y soplo, muy fuerte...

suspiros de colores,

letras de mariposas

que vuelan alto,

y que no llegan nunca

a ningún lado

 

María Jesús

 


miércoles, 9 de julio de 2025

 





La familia Vitalín

Pintura de José Roldán, 1832

 

En aquella familia todos morían al cumplir los 45 años. Se lo tomaban bien, algo irreparable, una herencia de los genes, como la falta de inteligencia, el color de los ojos o el ejercicio de un oficio. «Gajes de estar vivos y de ser uno de la familia Vitalín», decían con cierto orgullo. Cuando se acercaba la fecha se preparaban; dejaban sus papeles listos y se despedían con cariño y resignación de sus seres queridos.

Por eso fue una sorpresa, tirando a desgracia, cuando la tía Salvadora murió con 42; A nadie se le ocurrió pensar que su madre, la abuela Paca, mujer de alma libre y de temperamento apasionado, no fue todo lo fiel esperado, a su esposo, el abuelo Antonio.

Así, la familia, igual que habían asumido el hecho de su muerte a los 45, ahora asumieron con valentía aquel velo de inseguridad que se cernió sobre sus vidas, y que ya no les dejó ni morirse en paz.

María Jesús

 


lunes, 30 de junio de 2025

 





Atrás, muy atrás

 

Atrás, muy atrás

quedan los días limpios,

frescos como la piel

de un fruto recién nacido

Atrás, muy atrás

el futuro

preñado con sus promesas

Atrás, muy atrás

 los horizontes

que imaginamos,

los infinitos caminos

que no llegamos a andar

Atrás, muy atrás

 las esperanzas vencidas,

—verde moho—

de ilusiones corrompidas

Atrás, muy atrás

el esperar lo imposible,

Atrás, muy atrás

quedó lo que fuimos

y lo que quisimos ser

María Jesús

 

 

 


viernes, 20 de junio de 2025

 




Receta para contemplar el mar

Fotografía de Sasha Martinov

 

Aunque este plato permite diversos acompañamientos, yo he elegido este, que es mi favorito.

En primer lugar, iremos al mercado a primera hora, que es cuando más frescos están los productos, y compraremos un atardecer de los largos y rosados, se ha de escoger uno con los bordes violetas (y no blancos o azules, que nos afearían el conjunto); seguidamente se lleva a casa y se pone a macerar con unos gramos de sol añejo, del de última hora. A continuación, salpimentamos con algunas estrellas de cosecha temprana, le añadimos un gajito de luna plateada y, reservamos.

Por otro lado, colamos la sal y el agua azul, verde o gris —esto a gusto del consumidor— y batimos bien, hasta que salga toda la espuma, la rizamos con un tenedor de sepia morado y la extendemos en una superficie bien amplia y rizada, previamente forrada con arena fina y dorada, si no se tiene de esta a mano, también podemos utilizar la otra más gruesa, el resultado variará poco. Echamos algunas algas finas y verdecinas, alguna concha, (pueden llevar perlas de nácar en su base, aunque nos subirá bastante el precio), y es optativo echarle también algunos puntitos dorados del color del aceite crudo. Si nos apetece, podemos decorar con algún barquito de vela blanca en lontananza, el resultado sabrá, indudablemente, mejor.

Acto seguido, colocamos todo el guiso bajo el manto del atardecer, que previamente habíamos reservado, y lo unimos, poniendo buen cuidado de que este quede arriba, bien ajustado por el lado central donde, como pincelada final, pondremos una línea de horizonte, larga y fina, de un azul cobalto, que parezca que parta en dos ambas cocciones.

Tomamos cierta distancia, y escogemos un lugar agradable, si tiene brisita sazonada mejor; extendemos una toalla, cortada en lochas gruesas y blandas, y tomamos asiento. Después, bañamos el alma y la mente de calma dulce, deshacemos las prisas y angustias en migajas bien finas, hasta hacerlas desaparecer.

Y ya estamos preparadas para saborear, un buen guiso de mar.

 

María Jesús

 

martes, 10 de junio de 2025

 




Cuando lo nuestro

 

Cuando lo nuestro

solo es lo mío

y las estrellas

son astros muertos

que mienten, lejanos,

desde el firmamento

Cuando el mar

solo lleva

agua salada

entre sus olas

y la noche

solo es ausencia

de luz solar

Cuando los sueños

son de mentira

y la esperanza

solo es un cuento

Cuando el amor

son cuatro letras

dentro de un verso

Cuando lo nuestro

solo es lo mío

María Jesús