jueves, 14 de abril de 2022

 


Principios y finales

1931-1939

 

… un apuesto joven al que besó en los labios con ternura, y entonces el joven, que no era otro que el príncipe disfrazado, se convirtió en un hermoso labrador y se puso a trabajar la tierra; y colorín, colorado este cuento se ha acabado ―terminó la maestra con una sonrisa.

Aplaudimos todos con ese entusiasmo que tienen los niños en primavera. La maestra nos observaba con aquellos ojos claros que parecía que más que mirar, acariciaban. Sus clases siempre las empezaba con un cuento, decía que así lograba que todos llegáramos puntuales a la escuela.

 Sus historias eran hermosas y diferentes, su manera de enseñar también. Apenas si regañaba y jamás nos castigaba.

Llevaba poco más de dos meses en el pueblo. Creo que llegó en aquellos días en que todo parecía nuevo y brillante, y los mayores se diría que estrenaban vestidos nuevos, y andaban con prisas, y risueños como si tuvieran muchas cosas que hacer y fueran todas divertidas e importantes.

  La recuerdo allí, serena y sonriente, con la flamante bandera tricolor a su espalda, sentada ante la vieja mesa de madera llena de libros y papeles.

Dicen que también se mantuvo así, serena y sonriente, cuando arrimada a la tapia del cementerio, los disparos de aquellos hombres vestidos de azul le reventaron el corazón.

María Jesús

 

 

2 comentarios:

  1. Suave, dulce y final triste .Me gusta como está escrito, un abrazo grande amiga

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    1. Muchas gracias, Maribel. Sí, el final es triste, como fue aquel horror, sin embargo, las semillas que las maestras dejáis, siempre acaban por dar fruto. Así lo creo. Un abrazo fuerte

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