Tarde
de domingo
No estás ni siquiera en lunes,
pero ya se ha ido el domingo.
Cada
cual cubre esas horas cómo puede.
La
maestra, desganada, corrige rutinarios ejercicios.
El
alumno los perpetra en última convocatoria.
El
adolescente, en solitario, rasguea una tonada en cualquier lugar del mundo.
El que
trabaja en la calle se sumerge en el último partido deportivo que le pasan por
la tele.
El que
trabaja en casa acaba la colada infinita, y piensa en la cena inminente.
La
niña se oculta en el cuento o el juguete para no recordar la escuela del día
siguiente.
La
actriz da la última función de la semana y suspira, cansada, al caer el telón.
El
basurero se viste para salir a la rutina oscura y maloliente de la noche.
Los
jóvenes preparan maquillaje, maletín y sonrisa para ir a comerse el mundo
nuevamente, escondiendo miedos y rutinas en el vientre.
La
prostituta barata busca un cliente que le llene la barriga y le vacíe, un poco
más, los sueños.
El
drogadicto decide por enésima vez que este atardecer será su última dosis de
luz.
El
suicida recoge todas las velas de su voluntad para llegar al lunes.
El
enfermo espera alargar, al menos hasta el martes, esa baja salvavidas de
náufrago en el mar de los empleos fracasados.
Y mi
gato…mi gato calla y dormita, y ni tan solo sabe que se está yendo el domingo y,
que ni siquiera es lunes todavía.
María
Jesús
Hola querida María Jesús me gusta como retratas las tardes de domingo con tantos personajes. Un abrazo enorme
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Maribel querida. Me alegra que te haya gustado. Un abrazote de los grandes
EliminarMuy interesante la visión de esta parte singular de la semana, tan temida por algunos.
ResponderEliminarMil gracias. Me alegra que te haya gustado. Abrazo grande
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